¿Cuántas veces han escuchado esta afirmación?. Yo desde luego un montón de veces. La usan para referirse principalmente a productos de baja calidad y por lo tanto con propiedades similares al desembolso realizado. No se a vosotros pero desde luego a mí (con motivo de mi profesión) esta afirmación me sienta como una patada en los mismísimos...
Parece mentira que aun existan personas que piensen que la química como ciencia aplicada haya contribuido a empeorar los alimentos que nos llevamos a la boca cuando es totalmente lo contrario. Nadie se acuerda de la importancia de esta ciencia en todo lo cotidiano: estudio y desarrollo de materiales, fármacos, nuevos procesos de conservación etc. Por contrario, lejos de pensar en lo anterior, solo se refieren a la química de forma despectiva lo cual, sea todo dicho, me exacerba.
Una anécdota muy divertida y verídica me relacionada con esto. Un anciano de mi pueblo, había oído que yo estaba estudiando fuera. Este me pregunto: - ¿Qué estudias hijo?; a lo cual yo le respondí orgulloso: - Ciencias Químicas. Cual fue mi sorpresa pasados unos segundos de eso, el hombre me apuntillo, eso sí, de modo gracioso: - Pues tengo en casa un barril lleno de agua, pásate un rato por allí y le echas unos "polvos" y me lo conviertes en vino.
Poniendo como ejemplo un producto tan nuestro como son los caldos (vinos). La afirmación a la que hago referencia se aplica mucho en estos casos. El ciudadano que compra un cartón de vino (vino de mesa) y tras probarlo lo rechaza alegando su baja calidad. Llegado a este punto es cuando yo me pregunto si después de pagar 0,69 € por un brick de vino, ¡encima exige calidad!. Aplicando la lógica en estos casos se llega a una conclusión sencilla: si eliminamos al p.v.p. (precio de venta al público) los gastos de embalaje y distribución, ¿cual es el precio del contenido?. ¡Con calculadora en mano nos damos cuenta de que tenemos el precio de una botella de agua!.
En conclusión si queremos calidad, deberemos rascarnos un poco el bolsillo y llevar a nuestras mesas un buen Ribera del Duero, un Rioja y por qué no, un
Prieto Picudo (excelentes vinos con denominación de origen "Vinos Tierras de León") y dejar a esta noble ciencia tranquila.
Además, ¿qué sería del botellón sin el vino en cartón?
Continuará...
P.D.: Se aceptan comentarios
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